domingo, 27 de mayo de 2007

Elecciones en MADRID


Sin duda, la política forma parte (se quiera o no) del material que conforma la visión del artista. O por lo menos debería de serlo. Recuerdo claramente algunas lecciones de teatro -y de vida-, en las que entrañables maestros nos insistían en la necesidad de vivir enterados de la actualidad: "No se puede crear sin tomar en cuenta lo que más cerca toca a nuestra cotidianeidad, primero somos personas, luego artistas".

Madrid, es una ciudad en la que viví por más de cinco años. Una ciudad que aprendí a conocer, disfrutar y a veces a sufrir. No es fácil la vida del extranjero. No es fácil intentar abrirse paso como artísta en otra cultura. Pero cuando se han pasado alegrías y penurias, desencantos y triunfos, risas y llantos en tierra ajena, es inevitable sentir que aquel lugar ya nos pertenece de alguna forma, en un lugar muy cerca del corazón.
Como inmigrante, en esos años, me estaba negado mezclarme en política, votar etc. Pero eso no impidió que entrara en contacto con la realidad social que, como inmigrante o no, vives cada día en tu trabajo, en las calles o con los amigos; en la convivencia diaria con la gente.
En Madrid, experimenté en carne propia la política migratoria intolerante del Partido Popular; viví días de desconcierto, miedo e impotencia ante los ataques terroristas de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo; fuí testigo de manifestaciones populares como el "No a la guerra" y el "Nunca más (caso Prestige)" y ví como el PSOE volvía al gobierno en una oleada de entusiasmo y esperanza por el cambio.

Madrid me interesa tanto como mi urbe natal. Pienso que una ciudad es su gente. Y la gente, votantes o no, merece respeto; respeto a su inteligencia, a su capacidad de analizar e interpretar su entorno; respeto a decidir; respeto a protestar, denunciar y emitir opiniones respecto a sus gobernantes cuando éstos no cumplen a cabalidad sus funciones.

Madrid, que ha sido mi hogar durante esos cinco años, vive hoy unas controvertidas elecciones, después del escándalo desatado tras el debate de los candidatos del PSOE, Miguel Sebastían, y del PP, Alberto Ruíz Gallardón.
En dicho debate, emitido el 16 de mayo por Televisión Española, quedó claro que el actual alcalde, Ruíz Gallardón, optó, astutamente, por desviar la atención a preguntas concretas "volteando la tortilla" para quedar como víctima de un "ataque personal" al ser preguntado por Miguel Sebastián sobre su relación con imputados por el caso "Malaya". Parece que Gallardón no se da cuenta que otros ciudadanos, distintos a su opositor del PSOE, ciudadanos de a pié, pueden aplicar el mismo razonamiento cívico-político que Sebastián y cuestionarle como hizo él.

Días antes, la guerra sucia contra la campaña electoral de Miguel Sebastián, había desatado ya un escándalo cuando el ex-presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe, afirmara que cuando Sebastián dirigía la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, ésta orquestó una turbia campaña para quitar de en medio al presidente del BBVA. Hasta hoy no se han dado pruebas concretas ni hay nada que demuestre feacientemente la supuesta culpabilidad de Sebastián.

Con este panorama, Madrid deberá hoy elegir, entre un astuto alcalde-candidato víctima, que ha endeudado a la ciudad con su megalomanía urbanística (como el soterramiento de la M-30), y un candidato con propuestas sociales, de creación de ámbitos para la convivencia y el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos comunes, cuyo "más grave error" ha sido cuestionar al actual alcalde sobre sus relaciones profesionales con presuntos delincuentes.

Me gustaría pensar que Madrid, ésa ciudad que aún en la distancia siento cerca, será capaz de imaginar hoy un nuevo paradigma de gobierno, donde lo importante vuelva a ser su gente y no el trato preferencial a empresarios ávidos de terrenos edificables. Quiero creer que la influencia de la televisión, la manipulación de la información y el hartázgo, no harán mella en los electores honestos, que buscan un cambio real, pero que llevados por el desánimo, la confusión y la apatía que provocan las campañas sucias, podrían abstenerse u optar por el "más vale malo por conocido que bueno por conocer".

Vaya un abrazo a los madrileños que creen también que en Madrid es posible un cambio, a los que creen que Madrid está hecha de gente y no de hormigón y parquímetros.
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Aquí un video para que juzguen ustedes mism@s este proceso:


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