Uno cree que sabe todo de si mismo. Ostenta máscaras, títulos y apellidos durante años sin entender realmente "quién" o "qué" se es (aunque se autoengañe contando lo contrario).
Como actor he enfrentado retos maravillosos; personajes que se alejaban diametralmente de mi vivencia y mi concepción del mundo. Ahí radica el juego maravilloso de "interpretar": intentar ser otro que no se es... o simplemente mimar la parodia de un arquetipo asimilado por las neuronas y admitido sin más por la costumbre del intérprete de las mil máscaras que "juega" a ser otro... arriba y abajo del escenario...
El 20 de mayo de 2006 estrenaba "Litoral" de Wajdi Mouawad, "en mi país natal" (como diría el personaje "Tomás" en la obra), bajo la dirección de Hugo Arrevillaga.
Una historia que habla del EXILIO. Un padre que muere en tierras ajenas a su patria por causa de la guerra. Un hijo que se da a la tarea de devolver el cadáver en descomposición de un padre que no conoció, para enterrarlo en esa tierra natal llena de recuerdos felices y amargos de la guerra. Un viaje solo de ida hacia el encuentro de la propia identidad.
Entonces me tocó representar a ese padre. Y que difícil es hablar con verdad sobre un exiliado de la guerra en un país al otro lado del mar... ¡una realidad que creía bastante lejana de la mía!
Representar a un padre desconocido por su hijo que narra extemporaneamente sus desdichas y sus alegrías, sus lágrimas y sus nostalgias a un hijo que solo conoció la versión de las tías maternas que le hablaron mal de él toda su vida... (una realidad más cercana a mí, pero donde el papel que me correspondió en la realidad no fue el del padre, sino el de hijo)
Y algo que parecía aún más lejano que todo lo demás: Una madre muerta, unas cartas, una historia contada a medias.
El 20 de mayo de 2006 estrenaba "Litoral" de Wajdi Mouawad, "en mi país natal" (como diría el personaje "Tomás" en la obra), bajo la dirección de Hugo Arrevillaga.
Una historia que habla del EXILIO. Un padre que muere en tierras ajenas a su patria por causa de la guerra. Un hijo que se da a la tarea de devolver el cadáver en descomposición de un padre que no conoció, para enterrarlo en esa tierra natal llena de recuerdos felices y amargos de la guerra. Un viaje solo de ida hacia el encuentro de la propia identidad.
Entonces me tocó representar a ese padre. Y que difícil es hablar con verdad sobre un exiliado de la guerra en un país al otro lado del mar... ¡una realidad que creía bastante lejana de la mía!
Representar a un padre desconocido por su hijo que narra extemporaneamente sus desdichas y sus alegrías, sus lágrimas y sus nostalgias a un hijo que solo conoció la versión de las tías maternas que le hablaron mal de él toda su vida... (una realidad más cercana a mí, pero donde el papel que me correspondió en la realidad no fue el del padre, sino el de hijo)
Y algo que parecía aún más lejano que todo lo demás: Una madre muerta, unas cartas, una historia contada a medias.
Pero entre toda esa "irrealidad" siempre encontré algunas claves diafanas y universales: "(...) casi siempre estaba el mar, pero siempre había amor... mucho amor..." "(...) justo después de las risas y los llantos, las pérdidas, los gritos ; justo después está el Litoral y el mar abierto que se lleva todo..."
Nunca me hubiera imaginado que en realidad todos estos conceptos que descubrí en la ficción tenían que ver conmigo mucho más de lo que yo pensaba.
La semana que pasó, un hecho casi mágico (o una cadena de ellos) me harían comprender que tal vez mi interpretación en "Litoral" fue construida con una intuición ignorada de mi propio pasado.
Siempre tuve cierta vaga idea del origen de mi abuela paterna. Hija de exiliados, española, madrileña y poco más. No la ví muchas veces en mi vida, y la mayoría de ocasiones era yo un bebé, por lo cual todo recuerdo se vuelve más inasible. Recuerdo bien -eso sí- una visita a su casa siendo yo adolescente. Una mesa que me parecía enorme y mi madre charlando horas y horas con su suegra.
Mi abuela era muy bella y sonreía. "Sois muy majos" nos decía a mí y a mi hermano mientras nos acariciaba con ternura la cabeza y las mejillas y nos daba besos.
Pasaron los años y nunca la volví a ver. Murió prematuramente a los 64 años.
Pero si volví a ver a la madre de mi abuela -ya muy mayor- en la ciudad de Querétaro. Recuerdo su dulce coquetería al recibirnos, quería estar muy arregladita para ver a sus bisnietos, muy peinadita, a pesar del fino y escaso cabello que cubría su cabeza. Sus cejas muy bien pintadas... y su mirada... la mirada de quien ha vivído mucho, mucho, mucho...
La semana que pasó, un hecho casi mágico (o una cadena de ellos) me harían comprender que tal vez mi interpretación en "Litoral" fue construida con una intuición ignorada de mi propio pasado.
Siempre tuve cierta vaga idea del origen de mi abuela paterna. Hija de exiliados, española, madrileña y poco más. No la ví muchas veces en mi vida, y la mayoría de ocasiones era yo un bebé, por lo cual todo recuerdo se vuelve más inasible. Recuerdo bien -eso sí- una visita a su casa siendo yo adolescente. Una mesa que me parecía enorme y mi madre charlando horas y horas con su suegra.
Mi abuela era muy bella y sonreía. "Sois muy majos" nos decía a mí y a mi hermano mientras nos acariciaba con ternura la cabeza y las mejillas y nos daba besos.
Pasaron los años y nunca la volví a ver. Murió prematuramente a los 64 años.
Pero si volví a ver a la madre de mi abuela -ya muy mayor- en la ciudad de Querétaro. Recuerdo su dulce coquetería al recibirnos, quería estar muy arregladita para ver a sus bisnietos, muy peinadita, a pesar del fino y escaso cabello que cubría su cabeza. Sus cejas muy bien pintadas... y su mirada... la mirada de quien ha vivído mucho, mucho, mucho...
MI BISABUELA CARMEN PARDO DE ARRIBAS EN 1930
(Archivo familia Arribas Pardo)
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En esa visita comencé a tener otras nociones de mis raices. Comprendí un poco más lo que significaba "exilio". Escuché a mi bisabuela entonar emocionada La Marsellesa y contar anécdotas de una estancia azarosa en Francia antes de zarpar en barco rumbo a México. Vagamente recuerdo haber escuchado algo acerca de su padre, mi tatarabuelo. Un hombre de barba y traje militar de gala, que posaba orgulloso en un portaretratos colocado en un sitio privilegiado de aquella habitación. Algunas veces, en los años que siguieron, llegué a tararear aquello de: "¡ay que bonita espada de mi abuelito el coronel! / deja que me la ponga y entonces dime si asi era el"... pero el sentido era ya distinto; la canción no me hablaba de la misma forma que cuando -de muy pequeño- la escuché por vez primera. Ahora me despertaba la emoción y curiosidad encerradas en su primer verso: "Dame el llavero abuelita y enseñame tu ropero..." Durante años esperé sin saber bien qué. Por temporadas olvidé aquella historia y decidí archivarla como un cuento infantil de mi memoria.
La vida me trajo y me llevo entre España y México varias veces. De vez en cuando regresaba la canción maravillosa de Cri-Cri a mi memoria: "Dáme el llavero abuelita, y enseñame tu ropero / con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú..."
El 22 de julio de 2009, la llave del ropero de mi abuela llegó a mi de la mano de una tía que aún no conozco en persona, pero que ya empiezo a querer como si siempre hubiese estado ahí. Tal vez siempre estuvo... también sus hermanas.
Aquel ropero por fín se ha abierto, y ha resultado ser una caja de Pandora...
El 27 de julio de 1939, hace -hoy- exactamente 70 años, atracó en el puerto de Veracruz el vapor "Mexique" de la "Compagnie Générale Transatlantique".
No se trataba de un viaje de placer. Era el segundo que aquel barco realizaba a México con víctimas de la Guerra Civil Española a Bordo. La primera travesía, en junio de 1937, había traido sanos y salvos a los hijos de los combatientes republicanos conocidos como "Niños de Morelia". En esta ocasión, tanto adultos como niños llegaban con la esperanza de reahacer sus vidas... y tal vez volver muy pronto a una España en paz.
No se trataba de un viaje de placer. Era el segundo que aquel barco realizaba a México con víctimas de la Guerra Civil Española a Bordo. La primera travesía, en junio de 1937, había traido sanos y salvos a los hijos de los combatientes republicanos conocidos como "Niños de Morelia". En esta ocasión, tanto adultos como niños llegaban con la esperanza de reahacer sus vidas... y tal vez volver muy pronto a una España en paz.
Entre las familias que descendieron del barco había una niña de 14 años y mirada hermosa a pesar de lo vivído: María. Hija de Pepe, un republicano salmantino que hacía caricatura política en el periodico "El Socialista" y Carmen, ama de casa, hija de un condecorado capitán de fragata, nacido en el Ferrol y heroe de la guerra en Filipinas... "¡ay que bonita espada de mi (tatara)abuelito el coronel! / deja que me la ponga y entonces dime si asi era el"...
MI TATARABUELO ÁNGEL PARDO Y PUZO
(Archivo familia Arribas Pardo)
(Archivo familia Arribas Pardo)
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En solo tres días y gracias a mis tías y mi prima obtuve información suficiente como para comenzar a reconstruir una parte desconocida de mi mismo. Internet y la biblioteca de mi barrio aportaron otro tanto.
Hoy hago un homenaje conmovido a esa niña de catorce años que debe haber abierto maravillada los ojos al descubrir el trópico mexicano, sus frutas exóticas, su música y su gente. A esa niña que inició una nueva vida al otro lado del mar y que tal vez nunca imaginó que setenta años después tendría a un nieto mexicano observando maravillado la Puerta del Sol en Madrid y encontrando un nuevo significado a su propia vida "...a los niños en estos tiempos los mismos cuentos les gusta oir"
Hoy hago un homenaje conmovido a esa niña de catorce años que debe haber abierto maravillada los ojos al descubrir el trópico mexicano, sus frutas exóticas, su música y su gente. A esa niña que inició una nueva vida al otro lado del mar y que tal vez nunca imaginó que setenta años después tendría a un nieto mexicano observando maravillado la Puerta del Sol en Madrid y encontrando un nuevo significado a su propia vida "...a los niños en estos tiempos los mismos cuentos les gusta oir"
En particular un abrazo cariñoso a esa familia que el destino alejó de mí; y otro fuerte y fraternal abrazo a todos los descendientes de los pasajeros del "Mexique". A aquellos que hace setenta años, después de librar los campos de concentración fascistas y los submarinos alemanes entraron a salvo en el Golfo de México.
Tal vez mi abuela compartió juegos y esperanzas con los tuyos, en altamar, en la incertidumbre, en la ruta del exilio...
HOJA DE IDENTIFICACIÓN DE MIS BISABUELOS Y MI ABUELA
EXPEDIDA POR EL CONSULADO MEXICANO EN FRANCIA
(Archivo General de la Nación / Instituto Nacional De Migración)
19 comentarios:
Marcelo, como puedes ver, es una maravilla conocer nuestros orígenes, esto hace que nos reconozcamos en ellos. Tú, por ejemplo, te pareces a tu bisabuelo!!!
Te mando unos besos que van volando por encima del océano, ese mismo que nuestros abuelos atravesaron en sentido contrario hace 70 años.
Ya lo creo que es importante. Y no solo por la afirmación del carácter particular y la identidad de cada individuo, sino porque confirmo que entre todos armamos la conciencia histórica colectiva (siempre y cuando seamos eso: CONSCIENTES!!!)
Te devuelvo otra tanda de besos voladores desde Madrid:
Marcelo
Querido Marcelo, me alegra compartir y abrir contigo ese ropero "con cosas maravillosas y tan hermosas" que guarda nuestra familia.
Un fuerte abrazo,
Rita.
Gracias Marcelo¡¡¡
QUE GRAN ORGULLO ERES para toda la familia.
Creeme que los abuelos estaran felices si es que les permiten leer esto
Todos te agradecemos lo que en esta pagina has plasmado.
Que Dios te bendiga
Te adoro mil besos
La tia Mela
Pues yo hoy que tengo la lágrima fácil me la pasé llorando leyéndote, imaginándolas, gracias por compartir tu texto. Mil..
Mi querido hermanito del alma, pues yo otra que se conmueve y humedecen mis ojos ante tu relato. Es maravillosos que en esta etapa de tu vida estés honrando a tus antepasados que, aunque invisibles, los hilos de la telaraña familiar y especialmente del amor siempre nos conectan. Mi marchas, que marchas de ida y vuelta, de vuelta y de ida y ojalá pronto de vuelta otra vez.
Te mando miles de besos y otros más.
Gaby
Apreciado Primo Marcelo, pensé que iba a poder escribirte muchas cosas pero justo cuando acerqué los dedos al teclado no me salió nada. supongo que, como los niños que se caen, me quedé privado.
Cuídate mucho, me siento muy honrrado de tenerte como primo.
hasta siempre.
Teodoro Saldaña
Ah,su!!... esa doble "R" naturalmente que es un dedazo. haz favor de Ignorar una.
Teodoro Saldaña
Note prreocupes por las erres Teddy... lo que imporrrta es lo demás:
Un abrazo cariñoso:
Marcelo
Querida Gaby, hermanita:
Tu sabes bien de lo que hablas y honrar a los míos era algo que venía estando pendiente desde hace tiempo. Fuí consciente cuando visité a tu familia en Tepoztlán.
Y ahora, ya ves, todo va avanzando hacia donde debe. Supongo que ellos me guían.
Te mando un gran beso.
Querida Milagros:
La intención no era hacer llorar, pero me conmueve tu emoción al compartir esto conmigo.
Gracias. Gracias sobre todo porque tu has compartido mucho conmigo. Por todo aquello que nos ha hecho encontrarnos. Por tu ejemplo tenaz de blogera constante.
Un gran beso (me caes bien).
Marcelo
Mar, de verdad eres una persona maravillosa , que conmueve y transmite , me encanto la forma en que lo relatas , siempre me ha encantado la forma en que ves la vida , encontrandole sentido una y otra vez....gracias por abrir ese ropero , y sobre todo , gracias por compartirlo.
y es verdad ...ademas de ser una alma bellisima ... sos muy majo! :)
excelente.....yo tambien soy española y vivo en mexico desde el año 1956. Gracias a Franco quede huerfana y me trajeron unos tios aqui que he vivido bien, con el corazon partido en dos.
YA QUE PUSISTE LOS OJOS DE LA ESPAÑOLA....TE QUIERO PREGUNTAR QUIEN ES EL AUTOR? SE QUE ES ALEMAN PERO NO SE EL NOMBRE SALUDOS.
Mercedes:
Gracias!!! yo no sabía quién era el autor. Lo he buscado y me encontré con que son varios en coautoría: B. Kaempfert, Charles Singleton y Snyder.
Te mando un afectuoso recuerdo desde Madrid, que ayude a sanar tu "corazón partido"
Gracias una vez más!
Marcelo
Verte, otra vez.
No me gusta verte, no me gusta verte,
porque solo de verte me siento enamorada,
me siento abandonada sobre un muro de tinieblas.
No me gusta verte, porque mi mente se pone a jugar entre sueños
y fantasías del pasado.
Situaciones parecidas del antaño,
situaciones que no son, pero que fueron.
Tirados en el suelo, recargados en un coche.
Caminando entrelazados.
Nunca nos fundimos más allá de un abrazo,
de un beso que se deseaba interminable.
Interminable…
Y ahora que te veo, me enamoras otra vez,
solo que sé,… que sé,
que aunque sea verdad… no puede ser.
Luz
Mi abuelo llegó a Veracruz en el Mexique en el mismo barco el 27 de julio de 1939. Estoy escribiendo la historia de mi madre y encontré tu blog y me encantó. Mi abuelo se quedó en Veracruz y allí nací yo en 1967. Ahora vivo en Salamanca (España). Enhorabuena por tu blog.+
Hola es un gusto,conocer por este medio gente que tambien viajo en el mismo barco que mi padre Arturo Martin Latorre,el dia 27 de julio de 1939.le mando un abrazo a todos quienes se acompañaron en este viaje a veracruz,me gustaria saber si alguen radica aqui en méxico,y me platicara como fue esa trayectoria.Saludos y un abrazo...María Cristina.
Como nieto del exilio Republicano en México te agradezco tu columna, me parece que es parte de nuestra historia común. Te felicito por no olvidar esos origenes y por recordar a tus abuelos, los míos pilares de mi vida.
Muchas gracias por tus palabras. Es verdad, somos parte de una historia común, aún sin conocernos.
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